Desacelerar para florecer: Mi camino hacia una vida consciente

Escrito el 26/02/2025
Por Iscra González


Desacelerar para florecer: Mi camino hacia una vida consciente

Hace tres años, mi vida era un constante correr contra el reloj. Reuniones encadenadas, notificaciones incesantes y una lista interminable de pendientes. Mi piel lo reflejaba: opaca, reactiva y con brotes inesperados. Estaba sobreviviendo, no viviendo.

El cambio comenzó con una pregunta sencilla pero poderosa: ¿Qué estoy haciendo por mí cada día?

Esa pregunta me llevó a buscar, investigar y aprender. Descubrí que hay aspectos básicos y esenciales para cultivar una vida consciente, plena y feliz: cuidar la mente, el corazón y el cuerpo.


Alimentando la mente

Los pensamientos son alimento para la mente. Lo que pensamos y cómo nos hablamos a nosotros mismos impacta directamente nuestro bienestar emocional y mental. Preguntarme: “¿Estoy alimentando mi mente adecuadamente?” fue el primer paso para tomar decisiones conscientes sobre lo que dejaba entrar en mi vida: información, conversaciones, hábitos y energías.


Nutriendo el corazón

Lo que hacemos cada día es alimento para nuestro corazón. Hacer solo aquello que nos llena de alegría y propósito es vital. Cuando ignoramos nuestras pasiones o lo que realmente amamos, la amargura se instala y nuestro espíritu se apaga.
Mi aprendizaje fue claro: reservar tiempo para lo que amo, celebrar pequeños logros y conectar con mi esencia es un acto de autocuidado profundo.


Cuidando el cuerpo

Finalmente, lo que consumimos y aplicamos es alimento para nuestro cuerpo. Durante años, aplicaba productos con químicos sintéticos en la piel y consumía alimentos procesados sin pensar en el impacto que tenían. Comprendí que no solo afectan mi bienestar físico, sino también al planeta.

La piel se alimenta de lo que le aplicamos, igual que nuestro cuerpo se nutre de lo que comemos. Aunque la digestión y absorción sean procesos distintos, ambos procesos nos impactan: luminosidad, salud y vitalidad nacen de los hábitos diarios.


Mi camino hacia la consciencia

Desacelerar no es solo frenar el ritmo, es tomar decisiones conscientes:

  • Elegir alimentos naturales y nutritivos.

  • Aplicar productos de cuidado personal libres de químicos dañinos.

  • Dedicar tiempo a la meditación, yoga o momentos de silencio.

  • Escoger actividades que nutran mi espíritu y mi corazón.

Este camino me enseñó que florecer empieza desde adentro. Cuando la mente, el corazón y el cuerpo se nutren con atención y amor, la vida deja de ser una carrera y se convierte en un proceso consciente de bienestar, belleza y plenitud.


Mi invitación: desacelera, observa, elige y florece. Tu cuerpo, tu piel y tu espíritu te lo agradecerán.

El primer paso: simplificar

Reduje mi rutina de skincare de doce productos a solo cuatro, todos naturales. Al principio sentí miedo, ¿sería suficiente? Para mi sorpresa, mi piel comenzó a equilibrarse. Ya no luchaba contra los efectos secundarios de tantos componentes químicos.

Pero el verdadero cambio fue interno. Estos minutos diarios aplicando productos naturales se convirtieron en un ritual de presencia. Comencé a notar el aroma de los aceites esenciales, la textura de cada producto, la sensación sobre mi piel. Estaba, por fin, en el momento presente.

Extendiendo la consciencia

Esta atención plena se expandió a otras áreas: comencé a cuestionar el origen de mi alimentación, la necesidad real de cada compra, el impacto de mis hábitos diarios.

No se trata de ser perfectos, sino de ser conscientes. Algunas mañanas sigo corriendo para llegar a tiempo, pero ahora incluyo pequeños momentos de pausa:

  • Una respiración profunda mientras aplico mi aceite facial de jazmín
  • Un té de hierbas preparado con atención plena
  • Cinco minutos de gratitud antes de dormir
  • Contacto con la naturaleza, aunque sea breve, cada día

La belleza de lo imperfecto

El camino hacia una vida natural y sin estrés no es lineal. Hay días de retrocesos y viejos patrones. La diferencia está en cómo respondemos: con comprensión en lugar de juicio.

Nuestro cuerpo, especialmente nuestra piel, responde a esta nueva relación. La belleza natural emerge cuando dejamos de forzar resultados y comenzamos a nutrir desde adentro. Los aceites esenciales, las arcillas, los extractos herbales... son aliados en este camino, no solo por sus propiedades físicas sino por lo que representan: un retorno a nuestra esencia.

Te invito a cuestionar: ¿qué pequeño cambio puedes implementar hoy para vivir más en sintonía con tu naturaleza? A veces, el mayor acto de autocuidado es simplemente desacelerar y estar presente en tu propia vida.